¿Es la consecuencia el nuevo castigo del siglo XXI?

¿Es la consecuencia el nuevo castigo del siglo XXI?
Existen consecuencias lógicas y consecuencias naturales. La consecuencia natural viene dada por determinadas acciones y no necesita la intervención de los padres porque la propia experiencia conlleva autoaprendizaje.
Por ejemplo, si un niño/a decide cruzar por una zona del río que resbala más y se cae, no aporta para el aprendizaje que el padre o madre le diga ‘¡Te lo dije!’, sino que la propia vivencia ya le ha enseñado la consecuencia natural de esa acción.
En estas ocasiones fortalece el vinculo cuando mostramos empatía y comprensión.
 
 
La consecuencia lógica tiene que estar relacionada con la conducta del niño o la niña, no debe doler, sino ayudar a comprender y sí, necesita la intervención de los padres o del docente.
 
Una consecuencia lógica tiene que ser relacionada a la norma que se ha transgredido, respetuosa, razonable y revelada antes.
 
Existe una delgada línea que diferencia la consecuencia lógica del castigo y es fácil confundirlas, sobre todo hay que tener en cuenta cómo queremos que lo comprendan, ¿por miedo o por la comprensión del error? Cuando castigamos creamos una acción artificial para modificar una conducta con dolor emocional, físico o psicológico y basándonos en el miedo.
 
 
Así pues, los niños y las niñas puede que cambien o no dicha conducta, pero en cuanto puedan se vengaran o evitaran el contacto cercano y perderán confianza con sus padres o tutores ya que no hemos trabajado dicha conducta.
 
 
Por esto la consecuencia es radicalmente diferente al castigo, ya que el castigo genera resentimiento, revancha, rebelión y daño en su autoestima.
 
 
Por lo que para nosotras está claro que la consecuencia no es el nuevo castigo del siglo XXI, se basa en el respeto y en el autoaprendizaje.